< murciégalo >
En un día cualquiera de una vida cualquiera la gente corriente nos levantamos por la mañana contando las horas que faltan hasta volver a acostarnos. Los más madrugadores desayunan antes de ir a trabajar, la inmensa mayoría remoloneamos en la cama unos minutos más, acompañados siempre por el tan querido tono del despertador. Motivados por el miedo a llegar los últimos a la oficina y tras proponérnoslo en repetidas ocasiones sin éxito alguno nos levantamos de la cama y dirigimos hacia la ducha esperando surgir como otra persona, una capaz de sobrevivir a lo que falta de un día que se antoja largo y sin muchas diferencias respecto al anterior.
Nada más salir del portal de nuestra casa que siempre será de alquiler, observamos como el resto de la gente emprende su día con el mismo entusiasmo e ilusión con el que lo hacemos nosotros. Gente cabizbaja de mirada perdida se arrastra como buenamente puede hasta su lugar de trabajo donde, tras dejarse caer sobre su asiento, encienden el ordenador que lenta e ininterrumpidamente atenta contra la salud de sus retinas.
La máquina de café aporta siempre una excusa para ausentarse del puesto laboral durante unos minutos, los más inteligentes lo acompañan también con un cigarro para poder así formar un muñeco de barro que justifique una estancia prolongada en el baño.
Sin embargo, y sin que el resto de los mortales nos hayamos dado cuenta, ha nacido un pequeño ser extraordinario tanto en su estado físico, mental, así como en el genital, que logrará eludir esta vida tan monótona y rutinaria en la que todos nos encontramos gracias a su sobrenatural capacidad para abrirse al mundo. Es él, el único, el indescriptible que será descrito a continuación, el inigualable e insuperable, el ídolo de teenagers, la “g” de gmail, la “k” del kamasutra, el primero de su especie, Clírotis