< trubulento>
Me encontraba durmiendo plácidamente cuando me despertó el jaleo que provenía de casa del vecino. Molesto porque me hubieran interrumpido a mitad de siesta llamé a su puerta y sonó el timbre más extraño y desgarrador que mis ojos jamás habían escuchado. Por un segundo dudé si el sonido era realmente el timbre o tal vez se trataba de Godzilla recibiendo una carta de la agencia tributaria.
Mientras pensaba qué palabras emplear para quejarme por el ruido de una forma respetuosa con el medio ambiente pero al mismo tiempo reflejar el enfado y frustración que sentía, oí que alguien se acercaba a la puerta. Sin embargo, por algún motivo que todavía desconozco, en vez de abrir la puerta como un ser civilizado, un hombrecillo de color blanco con gorrito gracioso que debía de ser butronero hizo un boquete en la pared tan grande como mi cabeza. Tras abrirse paso estiró de mí con una violencia totalmente innecesaria puesto que solo quería enseñarme su casa, inmensa, abarcaba hasta donde alcanzaba la vista, ni un centímetro más eso sí. Estaba repleta de gente, curiosos que me miraban fijamente y turistas que me señalaban con sus desproporcionados dedos rectangulares a través de los cuales parecían ver.
Inocente de mí fue en el momento en el que vi a una señora con cara desencajada y llorosa que comprendí lo que estaba sucediendo, estaba siendo desahuciado. Por lo visto si no pagas el alquiler durante unos meses te echan, por muy pequeño y poco amueblado que esté el piso. No me dio tiempo ni a coger la sandwichera grill que compré hace poco en el black friday y que nunca llegué a usar, ¡qué injusticia!